Hoy en día encontramos múltiples prendas con botones, alguna vez te has preguntado ¿quién lo inventó? ¿cuál es su origen?
Nosotros, curiosones que somos sí, y te vamos a contar todo lo que hemos recopilado ¡vamos de paseo!
Los primeros botones
Hay evidencias de que los botones se utilizan desde la antigüedad, aunque no de la manera que los utilizamos hoy en día.
Eran meros adornos que también tenían su simbolismo, un carácter mágico, hasta los trataban como amuletos, trofeos o talismanes.
El hombre primitivo los hacía con caracoles, dientes de animales, ámbar, ágata, turquesa y hasta cristal de roca.
Los más antiguos conservados datan del año 2000 a.C. y se encontraron en excavaciones arqueológicas en el valle del Indo.
Eran conchas de moluscos talladas con forma circular y triangular que tenían unas perforaciones para coserlas a la ropa.
Griegos y romanos sujetaban sus túnicas con las fíbulas, ¿conocías esta palabra?. De esta manera, les otorgaba diferenciación social dependiendo del material que podía ser marfil o hueso y hasta revestidos en oro o con gemas incrustadas ¡siempre ha habido clases!
La evolución del botón
A partir del siglo XIII el botón empieza a tener utilidad porque ¡aparece el ojal! su amigo inseparable, aunque algunas fuentes indican que ya existía en el siglo XII.
¿Sabes por qué ocurrió?
Pues porque se produce un cambio en la vestimenta masculina en Europa y se cambia el uso de la túnica por prendas más estrechas y cosidas y, claro, necesitaban meter la cabeza por lo que se incorporaron aberturas que primero se unieron con lazos y, más adelante por botones (con sus ojales).
Y fue entonces cuando se determina el uso de la botonadura para hombres y mujeres, las prendas femeninas se abotonan de derecha a izquierda y las masculinas al contrario ¿por qué? pues hay varias teorías pero la que más se da por válida es que la mujer solía colocar al niño a mamar sobre el brazo izquierdo para tener el derecho libre, así podían abrir la camisa y seguir con sus tareas.
En cambio, el hombre usaba la mano derecha para empuñar la espada y se desabrochaba con la izquierda.
Se hizo tan importante el uso de los botones durante la Edad Media que se creó como especialidad artesanal la de «realizador de botones», es un dato encontrado en las ordenanzas gremiales de París de 1250 ¡casi nada!
Y no te creas que desde ese momento fue solo funcional, no no, seguía siendo de gran valor como adorno.
De hecho, un jubón masculino podía tener más de 50 botones para su cierre y un vestido femenino ¡hasta 200!. normal que necesitaran ayuda para vestirse!
Los botones se utilizaban para muchas prendas, camisas, casacas, calzones, hasta guantes, zapatos ¡y algunos pañuelos!
Como curiosidad te contaremos que Francisco I, rey de Francia, en 1520 encargó a sus joyeros la fabricación de … atención ¡13400 botones de oro! para coserlos a un traje de terciopelo negro.
Su nieto, Enrique III, en 1583, mandó fabricar 18 docenas de botones de plata con forma de calavera.
Luis XIV, en 1684, que ya tenía 104 botones de diamentes, hizo partir un diamante de 52 kilates para hacerse dos botones, un par de años después el joyero de la corte tuvo que confeccionar 48 botones y 90 presillas para un chaleco del rey empleando 816 piedras preciosas y 1824 diamantes
¡Qué locura!
¿Entiendes que los botones fueran auténticos objetos de deseo en esa época?
El botón en la Edad Contemporánea
Menos mal que, a finales del siglo XVIII comienza el estilo inglés, una forma de vestir más práctica, menos opulenta y ostentosa.
Es entonces cuando se fabrican los botones en otros materiales como hueso, latón, cobre, vidrio y acero, acercándolos más a las clases con menos poder adquisitivo.
Aunque en algunos casos, se mantenía el carácter simbólico y de tradición como ocurre con los botones de la parte baja del frac en la espalda, que se utilizaban también para recoger los faldones de las casacas en los uniformes militares, es un símbolo de poder.
Las firmas y marcas de moda también utilizan los botones como emblemas.
Es entonces cuando aparece el botón de metal esculpido y el esmaltado con pequeños retratos.
Con todos estos cambios, los fabricantes de botones empiezan a usar materiales baratos y los fabrican en serie.
Ya todo servía para hacer botones: madera, hueso, marfil, pezuña de animal y hasta nuez de corozo.
Se hicieron botones con corteza de coco, crin de caballo e incluso con cuerno, que en ese momento eran materiales abundantes.
De esta manera, ya tooodos podían usar botones.
Grandes cambios para los botones
Corría el año 1805 cuando el danés Bertel Sanders inventa el botón a presión o automático, que son dos discos de metal que luego se forraban.
Con ello se abarataba el producto y se empiezan a usar en los uniformes de lacayos, cocheros y mayordomos y, en general, en la confección de prendas de trabajo.
Con el invento del botón automático, se dejan de hacer muchos ojales y, con la llegada de la cremallera en 1890, casi desaparece el botón.
Fueron los modistos parisinos quienes lo rescataron para realzar los vestidos y le devolvieron su importancia estética a principios del siglo XX.
¿Supersticiones sobre los botones?
Sí, las hay, y nos han sorprendido por eso queremos contártelas:
- Si te encuentras un botón blanco de cuatro agujeros, es equivalente a hallar un trébol de cuatro hojas
- No abroches un número par de botones ni lleves una prenda con número par (ya te veo contando los botones que llevas)
- Es de muy mala suerte coser un botón sobre la prenda puesta, eso sí, si te pones un hilo en la boca mientras lo coses, se compensa.
- También es de mala suerta abrochar el botón en un ojal que no sea el suyo (ahora estás pensando la de veces que te has abotonado mal la camisa)
- Acabamos la lista de la mala suerte, no lo cosas del revés (lo confieso, lo he hecho).
Acabamos con unas curiosidades sobre los botones
Que ya sabemos que eres tan curiosona como nosotros y te traemos unas curiosidades sobre el porqué las abotonaduras de las prendas de mujer:
- En el siglo XIX las prendas de las mujeres tenían infinidad de botones, ya te lo hemos contado antes, por eso era casi imposible que se vistieran solas, como la mayoría eran diestas, era más fácil si los botones estaban en el lado izquierdo de la camisa para las que las vestían, que era el derecho para quien la lleva.
- Los maridos llevaban a la mujer del brazo derecho, así que si la blusa se les abría, solo ellos podían verlo.
- En el siglo XIX ¡las mujeres podían montar solas a caballo!, se sentaban de lado con el cuerpo girado a la derecha, los botones en el lado izquierdo las protegían de las corrientes de aire.
- Esta es más machista, dice que los botones no se colocaban al mismo lado para recordar a las mujeres que no eran iguales, algunos achacan esta teoría a Napoleón pero no hemos podido corroborarla.
Una cosa es cierta y es que cada vez hay menos diferencia a la hora de colocar la abotonadura, nuestro consejo es que la pongas en el lado que te resulte a tí más cómoda y práctica ;).
Y hasta aquí la entrada de hoy, esperamos que te haya gustado y, aunque no vendemos botones, que te pases por nuestra tienda a ver las maravillosas telas que están esperando a que les pongas estos artilugios decorativos ¡hasta la próxima!