Lamentablemente, la ropa se está convirtiendo en un producto más de usar y tirar, esto es debido en gran parte a que las cadenas de ropa cambian su catálogo cada pocas semanas, ocasionando un ciclo de producción constante que causa importantes daños a la naturaleza.
No solo se usan pesticidas y tintes contaminantes, sino que se produce un consumo excesivo de agua y energia, se emiten humos contaminantes a la atmósfera, siendo responsable la industria de la moda del 8% de las emisiones mundiales de CO2, el 20% de la contaminación acuífera, además de la acumulación de ropa en vertederos ya que genera más de 21.000 millones de resíduos al año.
Tal vez por ello, la Unión Europea en 2018 calificó la contaminación derivada de la fast fashion como una emergencia medioambiental.
Como sabes, desde Sueño entre telas, luchamos contra la contaminación y estamos a favor del medio ambiente y de la slow fashion.
Vamos a traerte una serie de datos, para que seas consciente de la contaminación que produce las prendas que vestimos y, que valores, pasarte a la slow fashion.
Contaminación del agua y el aire
Según un estudio realizado por Anvil, la fabricación de una sola camiseta de 173 gramos, puede suponer unas emisiones de 3.87kg de CO2 a la atmósfera, mientras que para una de fabricación del poliéster reciclado se reduce a 3.29kg y una de algodón ecológico a 3.09kg.
Además un 60% de las emisiones provienen del mantenimiento de la camiseta, incluso si es de algodón ecológico, por eso debemos ser muy conscientes del mantenimiento de nuestra ropa.
Para que te hagas una idea, una camiseta cuesta 2.700 litros de agua, aproximadamente la cantidad que un ser humano normal ingiere a lo largo de dos años y medio. En esta cantidad se incluyen los cultivos hiperproductivos que mantienen este ciclo de producción.
Este agua, acaba vertida en ríos, manglares, lagos y otros ecosistemas que son dañados.
En países como Bangladesh, donde se concentra gran parte de la producción de estas cadenas de ropa, es un gran problema la contaminación de acuíferos.
Como cada vez se produce más ropa a menor precio, consumimos más ropa y se produce el efecto bola de nieve, que cada vez alcanza mayores proporciones.
Y está en nuestra mano minimizarlo, ¿cómo?, en parte comprando menos.
¿Y si te decimos que una camisa o cazadora vaquera en la actualidad tienen una vida útil un 50% más corta que hace 15 años?
¿Nos creerías?
La mitad de los productos colocados en las tiendas, son desechados por la industria o los consumidores en el plazo de un año «por cansancio».
Este es uno de los motivos por los que la UE desea acelara la transición hacia una economía circular.
Sigamos con el agua en la industria textil.
Además de para cultivar las fibras, la producción textil utiliza mucha agua.
Se calcula que la confección mundial utilizó 79.000 millones de metros cúbicos de agua en 2015 y a 266.000 millones de metros cúbicos en 2017.
Además es responsable del 20% de la contaminación mundial del agua potable.
El lavado genera cada año unos 0.5 millones de toneladas de microfibras que acaba en los océanos y, el 35% de los microplásticos liberados en el medio ambiente, que pueden llegar a la cadena alimentaria.
¿No te parece escalofriante?
Además la industria de la moda, es la responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos.
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, las compras de textiles en la UE en 2017, generaron alrededor de 654kg de emisiones de CO2 por persona.
Ropa deshechada
Y también ha cambiado la forma en la que nos deshacemos de la ropa no deseada, ya que suele tirarse en lugar de donarse.
Desde 1996, la cantidad de ropa comprada en la UE por persona, ha aumentado un 40%, reduciendo la vida útil de las prendas.
Los europeos consuminos casi 26kg y nos desprendemos de 11kg de textiles al año.
El 87% de estos textiles, acaba siendo incierada o depositada en vertederos.
De estos temas ya te hablamos en entradas anteriores.
A nivel mundial, menos del 1% se recicla como prendas de vestir, en gran parte, por tecnologías inadecuadas.
En febrero de 2017 el Parlamento Europeo votó el Plan de Acción sobre Economía Circular, demandando medidas para una economía neutra en carbono, sostenible, libre de tóxicos y complentamente circular en 2050.
Estas medidas deben incluir leyes estrictas sobre el reciclaje y objetivos vinculantes para 2030 de reducción de la huella ecológica por el uso y consumo de materiales.
Se demandaron nuevas medidas y requisitos más estrictos sobre el uso del agua.
En marzo de 2022, la Comisión Europea presentó una nueva estrategia para que los textiles sean más duraderos, reparables, reutilizables y reciclables, hacer frente a la moda rápida y estimular la innovación en el sector.
La UE cuenta con una etiqueta ecológica para los productores que respeten los criterios ecológicos y que garantiza un uso limintado de sustancias nocivas y una reducción de la contaminación del agua y del aire.
Ropa tóxica
En 2021 Greenpeace elaboró una lista con los 11 tóxicos más peligrosos y contaminantes en la elaboración de la ropa: alquifenoles, ftalatos, retardantes de llama bromados y clorados, colorantes azoicos, compuestos organoestánnicos, perfluorados, clorobencenos, disolventes clorados, clorofenoles y parafinas cloradas de cadena corta (PCCC).
Consiguió que 80 empresas de moda se comprometieran a eliminar dichas sustancias de sus cadenas de producción para 2020.
Los certificados ecológicos son otra medida para impulsar la moda sostenible, ofreciendo un sello de calidad que asegura a la empresa poseedora que está comprometida con la preservación y cuidado del medio ambiente, alguno de ellos son:
GOTS (Global Organic Textil Standard): certifica que en la prenda se emplea un mínimo de 70% de fibras ecológicas. Además analiza los tintes, otros productos químicos y no acepta un origen transgénico.
Naturtextil IVN Certified: esta organización certificadora europea es muy estricata y garantiza que las prendas son 100% naturales.
Otros estándares son Oeko-Tex (Organic Exchange), CCS (Content Claim Standard), OCS (Organic Content Standard), IMO (Institute of Marketecology).
Como ves, estos sellos, no solo certifican el tejido, sino cualquier producto elaborado con ellos.
Nuestra parte
El ser humano es el principal responsable del cambio climático y la contaminación. Hasta la ropa que vestimos tiene un impacto sobre el planeta.
En Suecia, uno de los países referentes en conciencia medioambiental, nace el movimiento KÖpskam que hace referencia a «verguenza a comprar» sin tener en cuenta los graves efectos de la industria textil sobre el medioambiente.
Los defensores de este movimiento, pretenden luchar contra la fast fashion y nos recuerdan que, aparte de agravar la emergencia medioambiental, se aprovecha de la precariedad laboral contratando mano de obra barata en países en vías de desarrollo.
Apelan a la responsabilidad de los consumidores, subrayando la necesidad de comprar lo necesario, hacerlo en tiendas de segunda mano, reutilizar ropa o confeccionarla uno mismo.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar, comprar menos ya que hasta la prenda más ecológica utiliza recursos para su producción y transporte.
Compramos 10 prendas por cada 2 que compraban nuestras abuelas.
Y no, comprar más no nos hace más felices, solo nos hace utilizar espacio en armarios con ropa que, posiblemente, no vamos a utilizar.
Como dice Lisa Williams «la chaqueta más ecológica es la que ya está en tu armario»
En segundo lugar, comprar ropa de marcas sostenibles que, afortunadamente, cada vez son más.
Posiblemente pagarás un poco más, pero ya sabes lo que hay detrás de esos precios tan bajos.
Comprar mejor calidad.
Al comprar ropa tan barata, no tenemos en cuenta la calidad, simplemente compramos una prenda nueva cuando «nos cansamos o aburrimos».
Ahora bien, todos somos conscientes de la pena que sentimos al estropearse esos zapatos o prenda para los que tuviste que ahorrar.
Si dejamos de comprar «ropa basura», obligaremos a las marcas a mejorar la calidad de sus prendas y nos permitirá conservar la ropa más tiempo. Esto es bueno para nuestro bolsillo y para el planeta.
¿Eres consciente de lo mucho que gastas en pequeñas dosis con esa ropa de mala calidad?
Antes de tirar tu ropa, tienes varias opciones:
Puedes repararla, tunearla o rediseñarla.
Puedes donarla a amigos, familiares, asociaciones o beneficencia.
Puedes venderla de segunda mano.
Puedes llevarlas a tiendas que se dedican al reciclaje y venta de ropa de segunda mano.
O, puedes depositarlos en contenedores de reciclaje textil.
Otra ropa en la que gastamos mucho y no le damos vida es en la ropa de fiesta, que posiblemente utilicemos una única vez.
Por eso, cada vez hay más tiendas de alquiler de prendas de fiesta.
Y, no te preocupes que las desinfectan después de cada uso.
También hay empresas que te ofrecen una cuota mensual por el alquiler de ropa pudiendo renovar tu guardaropa mensualmente. Es una gran opción para la gente que necesita traje para trabajar, por ejemplo.
La colada también tiene un gran impacto medioambiental.
Un hogar medio, suele hacer unas 400 cargas de ropa al año lo que supone un consumo de 60.000 litros de agua, energía para calentar el agua y ejecutar el ciclo de secado y para eso tenemos consejos: intenta cargar bien la lavadora, utiliza lavados cortos y de agua fría (los adultos no solemos ensuciar la ropa) y, siempre que puedas evita la secadora.
Menudo tostón te hemos soltado hoy, pero creemos que es muy importante tomar consciencia de este gran problema que nos afecta a todos.
¿Se te ocurre alguna otra forma de luchar contra la fast fashion?
Viva el reciclaje !! Acabaremos con el mundo por la vía rápida. Somos una sociedad de consumo rápido. Una pena.